sábado, 21 de junio de 2014

Creer y pertenecer

Como les dije en mi primera entrada conozco toda la fauna evangélica. Si hay algo que he observado es que creer y pertenecer parecen ser dos caras de la misma moneda. En la medida en que yo comparto los valores, principios, y prácticas del grupo al que pretendo pertenecer, se me abren las puertas y cada vez me siento más bienvenido. Por otro lado, si pongo en duda alguna práctica o afirmación, los rostros ya no me miran como antes y de a poco me voy dando cuenta que mis días están contados.

El Retiro de varones.

Hace unos años atrás, un amigo me invitó a un retiro de varones de una iglesia de la cual él pensaba formar parte. La música era muy bonita y los mensajes bastante inspiradores. No había nada de lo que se enseñara que me produjera algún tipo de disonancia. Se enseñaba sobre la importancia del rol del varón en la casa, usando todos los clásicos textos bíblicos y la analogía por excelencia del matrimonio: Jesucristo y la Iglesia. Hubo varios testimonios de matrimonios  al borde del fracaso y gracias a la intervención divina pudieron ser restauradas. Todo bien, hasta que llegó el momento de "la ministración". En la mayoría de las iglesias, "la ministración" es el momento de cierre de un evento, cuando ya se ha predicado y se empieza a orar por las personas que voluntariamente pasan adelante. Normalmente, hay una música que prepara el ambiente. A mí me encanta que oren por mí y, por lo mismo, accedo cada vez que se hace una invitación de ese tipo. Sin embargo, esta ministración, tenía una regla implícita que no estaba dispuesto a seguir.  Yo veía como algunos lloraban de alegría, otros se aliviaban de una gran pena, otros caían desmayados con  una sonrisa en la cara, otros saltaban de alegría. Fue ahí dónde me sentí como pollo en corral ajeno.

Yo soy una persona abierta, por lo tanto, si se producía algunos de éstos éxtasis, ¡bien!, pero no iba a empezar a imitar lo que otros hacían sólo por congraciarme. Bueno, llegó el encargado de la "ministración" y él puso sus manos en mi frente y empezó a orar para que DIOS bendijera mi familia, mi ministerio, etc. Yo notaba como él iba elevando cada vez más el tono de voz y me daba unos pequeños empujones en la frente esperando que yo reaccionara. Era como que me decía sin decir -¡ya po', no me hagas ver mal, te estoy ministrando, ya has visto lo que le pasó al resto!- Bueno, después de insistir un par de veces, se dio por vencido, y siguió con la siguiente víctima, perdón, persona. 

Bien, terminada la ministración y el retiro de varones me reencontré con mi amigo. Después de hablar un rato él me confidenció lo que uno de los organizadores del retiro pensaba de mí. Me dijo -¿sabes qué? Pedro tiene un mal presentimiento acerca de ti,  él cree que tu nivel de compromiso con el SEÑOR es muy débil, y le preocupa que estés en el liderazgo de tu iglesia. Me quedó claro que ya no sería bienvenido, al menos que les siguiera la corriente en alguna próxima reunión.

Otros ejemplos.

He visto hermanos pedir -siempre educadamente- a una hermana que por favor baje las manos durante los himnos, porque "nosotros no acostumbramos a hacer éso". O ver las miradas a los relojes y escuchar las toses indicando que el predicador se está pasando de la hora.

Algunos se han ido enrabiados o dolidos de las iglesias después de participar fielmente por varios años. Fueron sorprendidos cometiendo algún pecado, o declarando abiertamente su desacuerdo sobre alguna doctrina. La iglesia, por supuesto, tomó medidas disciplinarias. Sin embargo, más que sentirse corregidos como un padre lo hace con sus hijos, sentieron que se les decía sin decirles: "eres bienvenido en la medida en que te comportas como nosotros". 

Otros, de un momento a otro, han renunciado a su fe y han perseguido otras religiones o filosofías, porque, han encontrado el "verdadero camino". No dudo de su sinceridad, pero sospecho que han cambiado su fe no porque alguien les dio una explicación racional de la superioridad de este nuevo camino. Encontraron coherencias que sincronizan más con su corazón que con sus lóbulos frontales. Encontraron un círculo que les dice sin decirles "bienvenido, no es lo mismo si no estás, que bueno que somos como una familia, ojalá el resto entendiera la verdad como la vemos nosotros".












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