lunes, 23 de junio de 2014

¿Qué es el ritmo?

Además de filósofo frustrado, soy músico de profesión. En mi formación universitaria uno de los primeros conceptos que me aclararon en la PUCV fue "el ritmo". Para ser sincero, no llegué a entenderlo relativamente bien hasta el segundo año.  Como muchos conceptos, su comprensión se va profundizando con experiencia y reflexión. 

No confundamos ritmo con  percusión.

Los elementos percusivos en la música tienen que ver con aquellos sonidos de los instrumentos isófonos (iso=igual fono=sonido). El isófono más conocido es la batería. En rigor ésta es una batería de instrumentos de percusión dispuestos para ser ejecutados por un solo instrumentista llamado "baterista". Podemos decir que la percusión puede contribuir al ritmo, pero no es el ritmo. Hay música que no tiene ningún instrumento de percusión, pero aún así tiene ritmo. El ritmo es la columna vertebral de la música. Sin ritmo no hay música.

El ritmo es la alternancia entre la tensión y el reposo.

En términos musicales, el ritmo es  la alternancia entre la tensión y el reposo. Es decir, es la manera en que el compositor desarrolla sus ideas musicales organizando momentos de tensión y de reposo. La mejor analogía es la de un relato. Un  escritor con oficio es capaz de desarrollar una trama bien organizada. Su relato va conducirnos al gran momento conocido como el nudo, conflicto, o clímax.  Es cuando se produce la máxima tensión del relato. Una vez resuelto el conflicto, el autor rápidamente llega al desenlace. El escritor puede jugar con el ritmo de la trama retomando la tensión dejando un final abierto. Ésto es típico de las historias de terror o suspenso. Perfectamente podemos decir que un relato tiene un ritmo acelerado, lento, o que tiene un aparente ritmo, lleno de efectos especiales,  pero con una trama absolutamente predecible y plana. Bueno, sucede lo mismo en la composición musical.

La música es un relato.

Podemos decir que la música es un relato. En vez de organizar las ideas con palabras, el músico coordina sonidos. Cuando hablamos de ritmo, entonces, estamos diciendo que es la manera en que el compositor organiza lo que quiere contar, desarrollando una especie de trama sonora. Una buena composición es igual que una gran película: tiene un inicio, un desarrollo, un momento climático y un desenlace que los músicos llamamos cadencia. Cada composición, al ser un relato único, tiene un ritmo que le es propio.

Los Power Ballads y el ritmo.

Debo confesar que mi adolescencia estuvo marcada por el Glam Metal y el Hard Rock. Soñaba con cantar como Joey Tempest y tocar la guitarra como Steve Vai. Bueno, y poder generar en las mujeres lo que yo veía en sus vídeos. He madurado -un poco- musicalmente, pero cada cierto tiempo evoco mi adolescencia escuchando los grupos que una vez me emocionaron. También sigo escuchando las bandas que se iniciaron en los ochentas, pero  que han  ido evolucionado y  que siguen componiendo. Mi banda de rock favorita es Europe. Escuchen lo nuevo de ellos, es infinitamente mejor que The Final Countdown o Carrie, que ya se han escuchado demasiado.

Todo grupo de Glam Metal y Hard Rock tenía que tener a lo menos un Power Ballad por álbum. Los de mi generación recordarán Never Say Good Bye, de Bon Jovi; Carrie, de Europe; y por supuesto el Power Ballad que cerró la corta era del Glam Metal, Heaven, de Warrant.

El Power Ballad es un perfecto ejemplo de cómo se organiza el ritmo. Usualmente estas baladas  abrían con una idea musical liderada por la guitarra. Luego, el vocalista entraba con la primera estrofa, siguiéndole un coro muy pegajoso (u "oreja" como le decimos los músicos). La segunda estrofa se cantaba con algunas variaciones melódicas, volviendo al coro. Terminando el coro aparecía una idea nueva que le abría paso  a un solo de guitarra  que ojalá nos deslumbrara con su virtuosismo. Culminando el solo, volvía a entrar el cantante con un grito que marcaba el clímax (imposible olvidar el  "oh-oh" de I'll be there for you de Bon Jovi). Una vez pasado el momento climático el resto de la música era un mero trámite para llegar a una cadencia: la repetición incansable del coro con una bajada paulatina del volumen hasta llegar al silencio. Este artilugio se llama "fadeout". El problema del fadeout es que no es realmente una cadencia, sino un final abierto. En vivo, la banda tenía que ingeniárselas para conectarla con otro tema o inventar una cadencia.

Las similitudes en la manera que organizan el ritmo un grupo de compositores van determinando lo que en música se llama forma y estilo. El rock, jazz, folclor, etc. son estilos musicales y existen variadas formas musicales dentro de un estilo y varios estilos que comparten formas similares. Pero, ésto ya es materia de otra entrada.

Te invito a que escuches la música que más te interesa con esta nueva mirada.

¿Cómo describirías el ritmo de tu canción favorita?

sábado, 21 de junio de 2014

Creer y pertenecer

Como les dije en mi primera entrada conozco toda la fauna evangélica. Si hay algo que he observado es que creer y pertenecer parecen ser dos caras de la misma moneda. En la medida en que yo comparto los valores, principios, y prácticas del grupo al que pretendo pertenecer, se me abren las puertas y cada vez me siento más bienvenido. Por otro lado, si pongo en duda alguna práctica o afirmación, los rostros ya no me miran como antes y de a poco me voy dando cuenta que mis días están contados.

El Retiro de varones.

Hace unos años atrás, un amigo me invitó a un retiro de varones de una iglesia de la cual él pensaba formar parte. La música era muy bonita y los mensajes bastante inspiradores. No había nada de lo que se enseñara que me produjera algún tipo de disonancia. Se enseñaba sobre la importancia del rol del varón en la casa, usando todos los clásicos textos bíblicos y la analogía por excelencia del matrimonio: Jesucristo y la Iglesia. Hubo varios testimonios de matrimonios  al borde del fracaso y gracias a la intervención divina pudieron ser restauradas. Todo bien, hasta que llegó el momento de "la ministración". En la mayoría de las iglesias, "la ministración" es el momento de cierre de un evento, cuando ya se ha predicado y se empieza a orar por las personas que voluntariamente pasan adelante. Normalmente, hay una música que prepara el ambiente. A mí me encanta que oren por mí y, por lo mismo, accedo cada vez que se hace una invitación de ese tipo. Sin embargo, esta ministración, tenía una regla implícita que no estaba dispuesto a seguir.  Yo veía como algunos lloraban de alegría, otros se aliviaban de una gran pena, otros caían desmayados con  una sonrisa en la cara, otros saltaban de alegría. Fue ahí dónde me sentí como pollo en corral ajeno.

Yo soy una persona abierta, por lo tanto, si se producía algunos de éstos éxtasis, ¡bien!, pero no iba a empezar a imitar lo que otros hacían sólo por congraciarme. Bueno, llegó el encargado de la "ministración" y él puso sus manos en mi frente y empezó a orar para que DIOS bendijera mi familia, mi ministerio, etc. Yo notaba como él iba elevando cada vez más el tono de voz y me daba unos pequeños empujones en la frente esperando que yo reaccionara. Era como que me decía sin decir -¡ya po', no me hagas ver mal, te estoy ministrando, ya has visto lo que le pasó al resto!- Bueno, después de insistir un par de veces, se dio por vencido, y siguió con la siguiente víctima, perdón, persona. 

Bien, terminada la ministración y el retiro de varones me reencontré con mi amigo. Después de hablar un rato él me confidenció lo que uno de los organizadores del retiro pensaba de mí. Me dijo -¿sabes qué? Pedro tiene un mal presentimiento acerca de ti,  él cree que tu nivel de compromiso con el SEÑOR es muy débil, y le preocupa que estés en el liderazgo de tu iglesia. Me quedó claro que ya no sería bienvenido, al menos que les siguiera la corriente en alguna próxima reunión.

Otros ejemplos.

He visto hermanos pedir -siempre educadamente- a una hermana que por favor baje las manos durante los himnos, porque "nosotros no acostumbramos a hacer éso". O ver las miradas a los relojes y escuchar las toses indicando que el predicador se está pasando de la hora.

Algunos se han ido enrabiados o dolidos de las iglesias después de participar fielmente por varios años. Fueron sorprendidos cometiendo algún pecado, o declarando abiertamente su desacuerdo sobre alguna doctrina. La iglesia, por supuesto, tomó medidas disciplinarias. Sin embargo, más que sentirse corregidos como un padre lo hace con sus hijos, sentieron que se les decía sin decirles: "eres bienvenido en la medida en que te comportas como nosotros". 

Otros, de un momento a otro, han renunciado a su fe y han perseguido otras religiones o filosofías, porque, han encontrado el "verdadero camino". No dudo de su sinceridad, pero sospecho que han cambiado su fe no porque alguien les dio una explicación racional de la superioridad de este nuevo camino. Encontraron coherencias que sincronizan más con su corazón que con sus lóbulos frontales. Encontraron un círculo que les dice sin decirles "bienvenido, no es lo mismo si no estás, que bueno que somos como una familia, ojalá el resto entendiera la verdad como la vemos nosotros".












viernes, 20 de junio de 2014

¿Por Dónde Empiezo?

Siempre he querido publicar periódicamente en un blog. Quizás por un poco de vanidad y deseos insatisfechos de rockstar. Sin embargo, dentro de esa motivación narcisista el que decida leerme, quizás, encuentre algo de valor. Soy hijo de misioneros protestantes, por lo tanto, conozco toda la fauna evangélica, no me vienen con cuentos, me los sé todos. Por otro lado, soy músico desde la adolescencia. Partí como guitarrista, luego evolucioné a cantante. Grabé tres álbumes: dos con una banda, Martir, y uno como solista, "Canto Profético". A los veintiuno ingresé a lo que ahora es la PUCV, y egresé como licenciado en música y profesor. Por lo anterior es que he tenido experiencia con el rock, pop, jazz, música clásica, e inclusive el folclor. Conozco la fauna musical, también. Hay mucha vanidad y, de vez en cuando, se encuentra algo de belleza y maestría. Me interesa mucho la filosofía y teología, que para mí, son una misma cosa: un intento de explicación coherente de la realidad.
Finalmente, debo decir, que lo que más me gusta es enseñar, por lo mismo lo del nombre de mi blog: Profe Dire. Una alumna del séptimo básico del Colegio Cristiano de Quilpué, al saber que su director iba a ser, además, su profesor de música no sabía como llamarme -profesor o director- y ella inteligentemente me empezó a llamar profe-dire. Me encantó, porque éso es lo que soy: primero profesor luego, por esas cosas de la vida, director.
Los especialistas en blogs dicen que es bueno tratar de centrarse en unos pocos temas y publicar periódicamente. Voy a ver como me va. Soy bastante disperso y tengo observaciones hasta de las minucias de las cuales nadie se da cuenta. Pero, si quisiera dividir mis  entradas por temas de interés, creo que hablaría de música, pedagogía, teología/filosofía y alguna observación de la actualidad.
Veamos como me va...